«Todos los caminos llevan a Roma», recuerda Bernard Plossu, eterno enamorado de la ciudad eterna. ¡Y hacía falta un gran libro en el que quedase reflejada tal pasión! Esa obra es ya una realidad: 320 páginas en bicromía, publicadas en francés y en italiano gracias a la colaboración de la Fundación Almayuda y con prólogo del propio autor, así como de Alain Bergala y Patrick Talbot.
La historia empieza a comienzos de los años setenta. «… de paso por Roma, camino a Nápoles y Positano. Era invierno y llovía a mares. En mi vieja Nikkormat tenía un objetivo gran angular de 24 mm. ¡Lo perdí todo y se me quemaron los negativos!».
Pero la decepción fue pasajera. «Volví en 1979 decidido a emplear únicamente el objetivo “normal” de 50 mm porque, como no deforma nada, es el que mejor refleja la realidad». Entre los paisajes gigantescos, horizontales y silenciosos de la meseta de Taos, en Nuevo México, donde vivía entonces, y la verticalidad bulliciosa de la capital italiana hay un choque visual, una complementariedad… y un punto en común: ¡la discreta fuerza del 50 mm!
Entonces se impone una determinación: «todo con un 50 mm, en blanco y negro, sin ningún efecto, una visión pura, ¡clásico-moderna, vaya! En cierto modo, es un homenaje al pintor Corot, que me parece clásico-moderno».
¡Necesidad de Roma!
«Roma me atrae sin descanso, voy casi todos los años y hago fotos en completo desorden, ¡nada sistemático ni organizado!» Bernard Plossu
Las visitas se multiplican. «Roma me atrae sin descanso, voy casi todos los años y hago fotos en completo desorden, ¡nada sistemático ni organizado! Sin estrategia alguna, solo el inmenso placer de estar allí y de hacer fotos de forma aleatoria. ¡Sí, eran eso, deambulaciones fotográficas! De barrio en barrio, atendiendo solo a mi instinto y, sobre todo, a mi pasión: ¡estoy loco por esta ciudad! ¡Sigo sintiendo esa necesidad de Roma, es más fuerte que yo!».
La visita solo o con grupos de amigos. Se aloja en hoteles pequeños, cerca de la estación o del Campo de’ Fiori. ¿Lo que le gusta? «En el centro quedan pequeñas tiendas de comestibles, trattorias, una vida humana, de personas con las que hablar… ¡No hace falta coche, es como un sueño! Entre 1979 y 2009 no cambió nada. Para mí era siempre la MISMA ciudad, aunque hubiesen pasado 30 años. Cada vez que llegaba en tren desde Niza o desde Tolón, me daba la misma sensación: “¡Estoy en Roma!”».
Con el paso de los años, se dio cuenta de que había acumulado un auténtico «corpus romano». Empezó a reunir las imágenes en posibles dobles páginas. Y cada año había un poco más. Entonces surgió la idea de un libro, pero no de un libro cualquiera: «¡Un tocho, un pedazo de vida, un conjunto mayor, un homenaje metafísico a esa extraordinaria ciudad! Este libro nació con el tiempo. Puede que solo el tiempo me permitiera hacerlo exactamente como lo deseaba. ¡Presionarme habría sido un gran error!».
¡No es un libro cualquiera!
Cuando se le pregunta cuáles son las fotografías del libro que considera más notables, Bernard Plossu cita en primer lugar las fotografías que hizo en la Villa Giulia, ese Museo Etrusco que tanto le gusta. Entre ellas está la de ese jarrón «un poco borroso, que tuvo éxito, ya que fue elegido para ilustrar el libro de Anne Bony sobre los años ochenta. ¿Por qué esa foto se conserva tan bien? No lo sé, seguro que es una cuestión de milimetraje».
En esto le han influido los cuadros del movimiento de la Scuola Romana y pintores como Mafai, Scipione… «Incluso las fotografías de la vida moderna tienen ese mismo lenguaje. Y también están esas dobles páginas que por sí solas cuentan una historia».
¿Volverá a Roma, aunque sólo sea para ver si la ciudad ha cambiado? A esta última pregunta, Bernard Plossu responde con el corazón en la mano: «SÍ, tengo que volver. Y también me gustaría descubrir los alrededores, la campiña, Cervara di Roma…».
Bernard Plossu – Roma
Filigranes Éditions
Fotografías de Bernard Plossu
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Bernard Plossu es uno de los grandes fotógrafos de nuestro tiempo. Nació en 1945 en el sur del actual Vietnam y su vida está compuesta de viajes por el Sáhara, por América, por África… Su obra está marcada por la «Beat Generation» y por sus largas y solitarias marchas, que comenzaron en los años ochenta. Le gusta la poesía, los western y las películas de la Nouvelle Vague, que descubrió en su juventud en París, en la Cinemateca francesa. El nómada Bernard Plossu vivió en California, en las altas mesetas de Nuevo México y en España antes de fijar su residencia en La Ciotat en 1992. Después de Plossu Cinéma, Maroc 1975, Carnets d’inédits, Jardin de pierres, La Montagne Blanche, « Roma » es la sexta colaboración entre Bernard Plossu y la Fundación Almayuda, que lo apoya desde hace muchos años.